Hace un tiempo tomé la acertada decisión de convertirme en voluntario. Con la asociación Mundo Posible hemos iniciado el Micro-Proyecto “Acceso a las tecnologías para las escuelas rurales del Lago Baringo, Kenia”, que tuvo lugar en la Escuela de Primaria y Secundaria de Sokotei. Allí organizamos un programa de formación en informática y donamos a la escuela dos ordenadores portátiles.
Reconozco que tenía un cierto temor antes de emprender esta aventura y este se hacía mayor durante mi viaje a la Comunidad de Sokotei. Un viaje a lo desconocido, primero en Matatu (bus público), después en taxi colectivo, más tarde en barca cruzando el Lago Baringo y, finalmente, una vez en la otra orilla del lago, caminamos hasta el lugar donde una moto nos recogería para recorrer el último tramo hasta la aldea.
Los temores se disiparon de inmediato. Allí me estaban esperando, deseosos de conocerme, de aprender y de trabajar juntos. Desde el primer minuto me cuidaron y me hicieron sentir, simplemente, uno más.
La Escuela Secundaria de Sokotei no dispone de electricidad ni de agua corriente (a diferencia de la Escuela de Primaria que si dispone de electricidad). Para obtener agua se usan enormes tanques equipados con un grifo en la parte inferior.
Los medios con los que se trabaja son mínimos. En numerosas ocasiones se me ha indicado que necesitan material escolar en general y también equipamiento deportivo para llevar a cabo clases de educación física, ya que a veces no disponen ni de pelotas.
Como voluntario, me alojé en una choza situada dentro del recinto de la escuela que disponía de los elementos esenciales para vivir allí esos días. Con Mundo Posible llevamos también una luz solar para la noche y la recarga del móvil, unos cuántos cubos para almacenar el agua para lavarme y algunos alimentos básicos de comida, ya que allí no hay tiendas o supermercados.
Durante el tiempo que estuvimos allí, realizamos varias sesiones de formación en informática para los profesores, los alumnos de primaria y los alumnos de secundaria. La mayoría de los asistentes a estas sesiones de formación, tanto profesores como alumnos, desconocían el uso más básico de un ordenador. El último día que estuvimos allí nos invitaron a realizar una sesión de presentación de las sesiones de informática en la iglesia local, donde también estaban presentes los ancianos de la comunidad.
Enseñé del mejor modo que supe y, sin embargo, a cambio aprendí mucho más de ellos. La Comunidad de la tribu Ilchamus de Sokotei, me ofreció todo lo que estaba a su alcance para que me sintiera a gusto. Para mí ha significado alcanzar un logro personal que sospechaba por encima de mis capacidades. De todos modos, todos los logros dejan de serlo sino se renuevan, más que nada por aquello de evitar vivir de rentas. Por ello, mi siguiente viaje a Kenia está ya a la vista en el horizonte.
Relato de Victor Batalla. Octubre de 2018.
Marisa