Contar la historia de los esfuerzos de las mujeres africanas por crear mejores condiciones de vida, de sus sueños y frustraciones, de sus ánimos y su sudor, es querer entenderlas y apoyarlas. Vamos a contar la historia de dos grupos de mujeres a las que apoyamos. En uno de ellas la esperanza se hace cada día más fuerte, en otro, los esfuerzos se desvanecieron con el agua.
Justo antes de que se empezasen todas las medidas para la prevención del COVID-19 y se cerrasen las fronteras nacionales de Kenia, recibimos la visita de nuestra colaboradora Giulia Barbos. Gracias a Giulia, Mundo Posible pudo ejecutar el proyecto “Amani: Peace & Women Empowerment in Baringo” , ya que trabajó duramente hasta encontrar los fondos para realizar el proyecto, que finalmente nos otorgó el premio Prix Christopher Pralong.
El proyecto fomenta la paz entre varios grupos de mujeres Ilchamus y Pokot en el área de Baringo, con la creación de pequeñas actividades generadoras de ingreso y de apoyo a la seguridad alimentaria. De esta forma, trabajamos con cuatro grupos de mujeres que recibieron cabras de leche, semillas resistentes a las sequías para sus huertas, colmenas y formación en producción de miel y finalmente esquejes de árboles frutales para la creación de huertas.
Es de esta última actividad de la que quiero contar la historia.
Meoro Women Group es un grupo de mujeres de la zona de Salabani, en Baringo, Kenia. Cuando se les propuso la actividad de la huerta de árboles frutales, se reunieron con el resto de la comunidad que les ofreció un terreno salvaje cerca del lago Baringo, desde el que podían acceder al agua para regar los árboles. En Baringo el clima es semiárido, así que las lluvias no abundan. Pero, por suerte, tienen un lago de agua dulce al que pueden acceder para acarrear el agua a la espalda para las necesidades diarias. El terreno ofrecido por la comunidad es salvaje, así que las mujeres se unieron y lo desmataron, arrancaron los matorrales y hierbas, contrataron a un tractor y prepararon el terreno para los 400 esquejes de mangos, papayas, y bananos que les trajimos. Los primeros días las mujeres acarrearon el agua a sus espaldas con los grandes bidones, y cuando las fuimos a visitar por segunda vez, habían conseguido tomar prestado unos tubos para bombear el agua del lago e irrigar los pequeños árboles. Estuvieron todo el día uniendo los tubos, y al anochecer consiguieron con éxito irrigar el terreno.
Sinyati Women Group es otro grupo de mujeres de Baringo, esta vez de la zona de Kiserian, a una hora en carretera de tierra de la pequeña ciudad de Marigat. Una de las miembros del grupo ofreció sus terrenos para plantar la huerta frutal. Cuando fuimos a visitarles con Giulia, fue un momento de celebración: los árboles habían crecido bien, las papayas sobrepasaban nuestras cabezas y casi estaban a punto de empezar a dar frutos. Los bananos crecían fuertes, y los mangos habían sobrevivido y crecían arraigándose a la tierra.
Pero para Meoro Women Group, no hubo tanta suerte. Las fuertes lluvias anormales de aquel año habían ayudado a Sinyati Women Group, pero también habían hecho crecer el Lago Baringo, que se había desbordado y había inundado muchos terrenos, incluida la huerta frutal de Meoro Women Group.
La gran fortaleza de las mujeres africanas es que, a pesar de las desgracias, siempre saben pasar rápido la página. Y mientras nos explicaban cómo el lago había inundado la huerta frutal, al mismo tiempo en su mirada triste se dibujaba una sonrisa al mencionar que ahora las papayas las estarían comiendo los hipopótamos del lago.
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