Cuando convocamos al grupo de mujeres del área de Sokotei para hablarles de la formación en Salud sexual y reproductiva que queríamos realizar con ellas y en su comunidad, nos sorprendieron apareciendo más de veinte mujeres de tres grupos de diferentes.
Esta zona se caracteriza por mujeres fuertes Ilchamus, que aprenden a ser luchadoras desde niñas. Cada día se levantan al amanecer, recogen el agua del lago en botellones grandes de 20 Litros que cargan a su espalda y atan en su frente con una cinta para acarrearlos, recogen leña y después de buscar algo de leche de sus cabras o vacas, preparan el desayuno que consiste en el té tradicional y la masa de maíz que compone la dieta de todas las familias keniatas.
Los Ilchamus son tribus maasai antiguamente seminómadas que, con la modernización de los estados africanos, se volvieron sedentarios sin abandonar sus tradicionales actividades de pastoreo. Siguiendo la tradición aún fuertemente arraigada, las mujeres se ocupan del hogar, fabricando sus casas con barro, paja y deposiciones de vaca, cosiendo los atuendos tradicionales maasai, cultivando la tierra para obtener lo poco que ofrece el clima semiárido y la falta de agua.
Las mujeres Ilchamus son mujeres fuertes que acarrean con ahínco todas estas tareas diarias. Pero las mujeres Ilchamus del área de Sokotei son como troncos de acacia fuertemente enraizados en la tierra. Ellas han crecido desde niñas en una zona insegura. Insegura por las tribus Pokot que viven en los confines y realizan regulares incursiones para robar ganado, e insegura porque las niñas no pueden caminar sin el temor de ser atacadas por hombres extraños.
Cuando acabamos nuestra explicación sobre nuestro programa de educación en salud sexual y reproductiva, las líderes de los grupos se levantaron para hacer oír su palabra: estas reuniones eran más que bienvenidas, ya que son de especial urgencia para las jóvenes y las mujeres de la comunidad. Contaríamos con todo su apoyo.
Y así fue: su fuerza nos acompañó en todas las reuniones con las mujeres de la comunidad. El primero de los tres grupos se encargó de cocinar para todas las mujeres y de traer las sillas, el segundo se encargó de expandir la voz entre las jóvenes de la comunidad y el tercero de los grupos fue el protagonista de los mensajes: cada una de ellas salió delante de las más de cien mujeres que vinieron a las formaciones para reforzar nuestras palabras.
Las mujeres aprendieron sobre su propia anatomía, sobre cómo prevenir las infecciones en el aparato reproductivo femenino, aprendieron las partes de su vagina, incluida la parte que se corta con la mutilación genital femenina – que se practica aún a todas las niñas de la comunidad. También aprendieron a cómo hablar sobre la menstruación con sus hijas, a qué es y cómo hablar sobre sexualidad y abuso sexual. Pero lo que es más importante, aprendieron lo importante que es tener información sobre estos temas para prevenir: prevenir el absentismo escolar, prevenir el abandono escolar por el embarazo precoz de las adolescentes y prevenir el abuso sexual que está tan extendido en las comunidades.
El comentario que se me quedó en el corazón es el de Miryam, que a pesar de ser una de las mujeres más avanzadas de su comunidad al ser profesora de una de las escuelas de primaria de la zona, nos dijo esto al despedirnos: “No voy a esperar a hablar con todas mis hijas, incluso con la mayor que está en la Universidad. Antes pensaba que era un tema tabú, pero ahora no veo la hora de sentarme con ella y hablar de todos estos temas. Gracias por haber venido hasta aquí”. Gracias a vosotras, mujeres fuertes de Sokotei.
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