Ayer nos encontramos con Lucy en la ciudad de Nakuru. Estaba cansada, polvorienta, pero con una sonrisa de oreja a oreja: el viaje de 5 horas por carreteras difíciles de tierra había valido la pena.
La entrega de las compresas reutilizables a la Escuela de Sokotei en Baringo había sido postergada varias veces a causa de las dificultades del transporte hasta allí. A principios de mes habíamos decidido postergarla al mes de mayo, también debido a que íbamos muy ocupados por nuestros respectivos trabajos. Pero la llamada de la profesora de la Escuela de Sokotei nos hizo reaccionar: “Esas compresas son realmente urgentes. El abandono escolar de las chicas cada mes es muy alto debido a que no tienen medios para ir con la menstruación a la escuela. Y ya son bastante pocas en comparación al número de chicos.”
Organizamos el transporte para la semana siguiente. Pero justo era la semana de cierre de las escuelas de mitad de trimestre. “Os esperamos, abriremos la escuela el lunes para poder recibiros” nos contestaron desde la dirección de la escuela. Pero al día siguiente nos volvieron a llamar, ya que valía la pena esperar una semana más y así se asegurarían que estaban todos los alumnos, incluso invitarían a los padres.
Y para allí se fueron Lucy con otro compañero de la zona de Baringo, Sammy. Después de 5 horas de viaje, llegaron a la escuela de Sokotei. Encontraron a los alumnos de 4ª a 8ª clase, con todos los profesores y muchos padres y madres que habían dejado sus tareas para atender el encuentro. Los alumnos respondieron activamente a las preguntas de Lucy mientras daba la charla sobre salud sexual y reproductiva, muchos chicos levantaban la mano y pocas chicas respondían, algo normal en una sociedad tan tradicional como los Ilchamus, donde normalmente es el hombre quien tiene la palabra.
Finalmente, los chicos dejaron el aula para otra actividad y se quedaron las chicas para la explicación de las compresas reutilizables. Estaban muy contentas, e incluso las más pequeñas habían venido también a la entrega. Una de las más chiquitas alzó la mano como voluntaria para realizar el ensayo de cómo utilizar las compresas, y se quedaron gratamente cuando se les explicó que en el kit también encontrarían una bolsa plastificada para guardar aquellas ya utilizadas cuando estaban en el colegio. En Kenia están prohibidas las bolsas de plástico desde el 2016, así que sería de gran ayuda.
“Volveremos pronto”, les dijo Lucy, “y espero encontrar que el abandono escolar se ha reducido”. Cada una agarraba su bolsa con una gran sonrisa “¡¡Siiiii!!” gritaron al unísono.
Hasta pronto, Sokotei.
Anagloria